14 feb 2010

Ascensión al picu Urru (Peña Manteca), por los caminos de herradura

Fecha: 14 de noviembre de 2.009
Itinerario: Puente Raneiro – San Esteban – collado del Alto Buscativu – collado Abedul – collado Muraco – Picu Urru (Peña Manteca) –collado Muraco – colláu La Espina – cochada Fondera – Villar de Zuepos – Puente Raneiro.
Distancia total: 18,9 km.
Tiempo empleado (incluidas las paradas): 8 horas y 9 minutos.
Desnivel máximo de subida: 1.188 m.


Tramo I: del Puente Raneiro al pueblo de San Esteban.

1.- El lugar de inicio de la ruta está ubicado en el fondo del valle del río Pigüeña, entre los puntos kilométricos 20-21 de la carretera AS-227, unos diez kilómetros después de haber rebasado Belmonte de Miranda, en el lugar conocido como Puente Raneiro.
      En la margen derecha de la carretera hay una pequeña explanada donde caben perfectamente 2 ó 3 coches, y desde donde parte un sendero que desde el primer momento se adentra entre la espesa vegetación, siguiendo inicialmente el curso del río La Muriá.

2.- Con las primeras luces del día, tomamos el sendero que discurre a través de este encajonado valle, entre una densa vegetación de bosque de rivera, y prácticamente al borde mismo del cauce del río. Nos sorprendió la presencia de bastantes arbustos de madroñeras, con gran cantidad de sus frutos redondos y rojizos esparcidos por el suelo; aunque como ninguno somos expertos en el tema, desconocemos si esta clase de árbol o arbusto es característico de esta zona.
       Debido a la escasa luz que entraba y a la temprana hora que aún era, las fotos que sacamos en este trayecto no salieron con demasiada buena calidad y nitidez.
       En este tramo podremos contemplar alguna que otra pequeña y bonita cascada de agua, casi ocultas por el arbolado.
5.- Por el sendero junto al cauce del río del Valle La Muriá.

10.- Por el sendero que discurre por el valle del río La Muriá.

3.- Más adelante llegamos al lugar donde parte hacia la derecha en subida un apenas perceptible sendero, que será por donde regresaremos a este punto en el trayecto de vuelta. Unos metros más allá, el sendero nos lleva a cruzar el río por encima de un rústico puente de madera (¡por llamarlo de alguna manera!) formado por varios troncos viejos, enmohecidos y medio podridos.
17.- Rústico puente por donde hay que cruzar el cauce del río del Valle La Muriá.

4.- Luego el sendero comienza a afrontar una subida con varias revueltas, alejándose inicialmente del cauce del río, ganando progresivamente algo de altura, y pudiendo comenzar a vislumbrar en alguna ocasión el pueblo de Villar de Zuepos, encaramado en lo más alto de la ladera.

5.- Tras la subida, se vuelve a suavizar algo el trayecto, encarando a continuación la entrada a otro largo y extenso valle, y volviendo a situarnos a la misma orilla del río.
22.- Atravesando el Valle del río La Muriá.

6.- Proseguimos valle arriba, con el pequeño río siempre a nuestra izquierda, pudiendo contemplar en alguna ocasión las ruinas de un antiguo molino. Constatamos la presencia y la importancia del castaño en esta zona, con algunos ejemplares muy longevos, y el suelo casi totalmente alfombrado con sus hojas, castañas y sus correspondientes erizos; pudiendo también ver alguna que otra “corra” de piedra, donde antiguamente se almacenaban y guardaban las castañas con sus correspondientes erizos.

25.- Marcelo junto a otro fabuloso ejemplar de castaño.

       El trayecto desde el puente Raneiro, en el fondo del valle del río Pigüeña, hasta prácticamente llegar al pueblo de San Esteban, discurre en casi su totalidad atravesando el intrincado valle del río La Muriá.
       En bastantes tramos aún se conserva y podemos ver el empedrado original del camino, así como los “armados” paredones de piedra que en algún punto concreto permitían hacer más viable el paso. Mientras vamos caminando tratamos de imaginar como podría ser la vida de los antiguos moradores y habitantes de estas lejanas y apartadas tierras. Deducimos que antes de que existiera la actual carretera, estos eran los ancestrales caminos de herradura, que permitían la comunicación de los pueblos y aldeas situados en la zona alta de montaña, con el fondo del valle del Pigüeña. Pese a todo lo cual, el estado de abandono en que se encuentran y el hecho palpable de que ya prácticamente nadie transita por ellos, ha provocado que estén casi totalmente invadidos por la vegetación, motivando que en algún que otro punto concreto sea complicado hallar y seguir su trazado; viéndonos obligados en más de una ocasión a tener que consultar con el G.P.S. y el mapa.
7.- Luego el sendero va girando progresivamente hacia la derecha, afrontando la subida por una ladera de frondosa vegetación, trazando varias vueltas para ir ganando altura, al tiempo que se va haciendo más ancho volviendo a recuperar el característico empedrado de estos antiguos caminos para ir aproximándose al pueblo.

8.- De esta forma salimos a S. Esteban (726 m. de altitud), arrinconada aldea del concejo de Belmonte, situada al término de una estrecha carretera distante 14 km. de la AS-227.

31.- En San Esteban. Panorámica del pueblo de Villar de Zuepos.

      Mientras la atravesamos con dirección Norte, vamos apreciando su variada riqueza etnográfica plasmada en sus vetustas casas aldeanas, su pequeña ermita y sus abundantes hórreos y paneras bajo los cuales se esconden antiguas reliquias en forma de instrumentos y aperos de labranza y de uso ganadero.

33.- Pueblo de San Esteban.

40.- Atravesando el pueblo de San Esteban.



42.- Panorámica del pueblo de Villar de Zuepos, desde San Esteban. Al fondo el pueblo de Quintana.


Tramo II: de San Esteban al collado del Alto Buscativu

9.- En la zona alta del pueblo, donde prácticamente finalizan las casas, tomamos un camino que sale hacia la izquierda (dejando de lado el que prosigue de frente para adentrarse por la vertiente izquierda del valle del reguero Abedul), el cual afronta inicialmente un tramo empinado y encajonado en sus laterales por sendos taludes de tierra de casi más de 2 metros de alto; alcanzando poco después una zona más llana con varias cuadras en los prados colindantes, y desde donde podemos tener una buena vista panorámica aérea de S. Esteban.
43.- Saliendo de San Esteban.

50.- Panorámica de San Esteban, a la salida del pueblo.




10.- Tras dejar atrás definitivamente el pueblo, recuperamos nuevamente otro antiguo y empedrado camino de herradura, que en moderado y cómodo ascenso va faldeando por la ladera situada a nuestra derecha. Por aquí comenzamos a ver la presencia de abundante ganado (principalmente caballos), pastando por estas laderas.
55.- Por el camino empedrado de la zona de las cabañas Sebil.

     Enfrente, un bonito bosque de hayas con su variedad cromática de tonos ocres y rojizos, y también aún verdosos, nos regala una bonita estampa otoñal.

52.- Estampa otoñal de bosque de hayas, tomada desde la zona de las cabañas Sebil.

       Algunas cabañas salpican los prados existentes; es la zona conocida por las cabañas Sebil.
11.- Prosiguiendo por el cómodo camino llegamos a la braña Pradones, con varios prados de siega cercados con murias de piedra, y donde nos sorprenden dos cabañas: la primera con un robusto pórtico de entrada que denotaba que en otros tiempos tuvo que ser una casería importante; y otra que tiene en su fachada principal una especie de semiarco de madera, a modo de sujeción de la viga principal del tejado. Hacia la izquierda ya alcanzamos a ver el picu Curueza.

58.- Atravesado la braña Pradones. Al fondo el collado del picu Curueza.

12.- Continuando el camino, alcanzamos más arriba el collado existente al pie del picu Curueza, donde hay una solitaria y medio abandonada cabaña de piedra.
62.- Panorámica de la braña Pradones, de camino hacia el collado del picu Curueza.

       Metros antes de llegar a la cabaña, y dejando el camino que prosigue de frente y se dirige hacia la otra vertiente del valle, tomamos un sendero que sale a la derecha hacia una despejada campera.
13.- Subiendo unos metros por esta campera, enlazamos con una pista de tierra, con sendos ramales que se prolongan a derecha e izquierda, debiendo tomar el que parte hacia ese lado.
14.- La pista de tierra va faldeando en ligera subida por la ladera del Miro Largo, encaminándose hacia la cabecera del valle del río La Muriá, y finalizando al pie de una aislada cabaña.
66.- Por la ladera de Miro Largo, en la cabecera del río del Valle La Muriá. Al fondo el collado del Alto Buscativu.

15.- Sin llegar hasta la cabaña abandonamos la pista y tomamos un sendero, que pocos metros más arriba nos lleva hasta el mismo lugar de nacimiento del río La Muriá, en una zona donde hay otra solitaria cabaña de piedra y varios prados cercados con muretes de piedra, en la parte alta de los cuales está ubicada una descuidada fuente-abrevadero a ras de suelo, a la que el ganado ha convertido en un auténtico lodazal.
68.- Atravesando la cabecera del río del Valle La Muriá, en el Alto Buscativu.

16.- Seguimos en ascenso atravesando las praderías, alcanzando el collado del Alto Buscativu (1.187 m.), hasta donde llega otra pista de tierra procedente de la vertiente opuesta, y desde donde ya se nos ofrece una visión panorámica bastante abierta de la Sierra de La Manteca, pudiendo distinguir también el objetivo principal de la ruta: el picu Urru. A nuestra izquierda se extienden en abanico la Sierra de la Cabra y la Sierra de Chagunil.
74.- Rebasamos el collado del Alto Buscativu y vemos al fondo el picu Urru. Por delante, a la derecha, el picu Catouto.

Tramo III: del collado del Alto Buscativu al picu Urru

17.- Tomamos esta pista de tierra, que va bordeando el Miru Chargu, para dirigirnos hacia el collado ubicado al pie de aquél y del pico Catouto, en la cabecera de uno de los regatos que formarán el reguero Abedul, desentendiéndonos de la pista (que parece de nueva construcción) que rotura la ladera occidental del Catouto dirigiéndose hacia la aldea de Abedul.
18.- Desde este collado, donde hay otra cabaña y cuadra, así como una fuente y abrevadero, tomamos un sendero que parte por detrás de la cabaña, y que va faldeando al picu Catouto por su vertiente oriental, al tiempo que vamos contemplando a nuestra derecha el encajonado valle que acoge las verdes y extensas praderas de Borniz, la majada de Chagar y las cabañas del Corralón.
76.- Pasando junto a unas cabañas, en la ladera del picu Catouto.



81.- Descansando en la ladera del picu Catouto. Al fondo el picu Urru (Peña Manteca).

19.- El sendero nos conduce directamente al collado del Abedul (1.139 m.), estratégico crucero de caminos, donde nos encontramos de frente con un prado cercado con muria de piedra, y de donde se reparten sendos caminos a derecha e izquierda.

82.- En el collado del Abedul. Arriba el picu Loma de la Chana.

       El de la derecha conduce a la majada Chagar y las cabañas del Corralón en las Praderas de Borniz. Tomamos inicialmente el que sale hacia la izquierda que nos conduce a los pocos metros al pie de una torreta de TV y telefonía móvil, pasando por delante de la misma tras cruzar un cierre ganadero.
83.- Subiendo por la ladera del Monte Urro. Abajo la collada del Abedul y por detrás el picu Catouto.

       A partir de aquí comenzamos propiamente la ascensión al Urru, para lo cual proseguimos al principio una pista de tierra que parte junto al repetidor reseñado, y que va bordeando por encima del muro de cierre del prado.

20.- Abandonamos el camino de tierra, y siguiendo las indicaciones del track que teníamos metido en el G.PS., tiramos hacia la izquierda de nuestra marcha para afrontar la pradería de esta ladera, por la que inicialmente vamos sorteando fácilmente alguna que otra pequeña mata de escobera, para a continuación toparnos de frente con el reborde de lo que parece un infranqueable muro de densa vegetación, compuesta de brezo, escobera, piorno, cotoyas.
87.- Subiendo por la ladera del Monte Urro: comenzando a meternos en la zona de escoberas.





89.- Atravesando un brezal por la ladera del Monte Urro. Abajo la collada del Abedul y a la derecha el picu Catouto.

21.- Como parece que no hay un sendero claro y definido, vamos siguiendo lo más exactamente posible el trazado del track del G.P.S., que nos va guiando por un sendero apenas visible y muy difuminado; pero llega un momento que debido a lo espeso y cerrado de la maleza nos es prácticamente imposible seguirlo, así que dejando un poco de lado esta moderna tecnología, echamos mano de las antiguas dotes de intuición y orientación, y nos desviamos un poco hacia la izquierda, buscando terreno algo más favorable para alcanzar una especie de pedrero que discurre longitudinalmente ladera arriba, por el que vamos poco a poco avanzando hasta salir gradualmente a una zona algo más despejada de maleza y con menor desnivel, teniendo como referencia en lo alto los crestones rocosos del pico Loma de la Chana, los cuales bordearemos por su derecha.

90.- Subiendo por un pedrero de la ladera del Monte Urro. Abajo la collada del Abedul y a la derecha el picu Catouto.


22.- De esta forma alcanzamos la amplia plataforma del collado Muraco, salpicada de varias charcas de agua, y donde el piornal es más escaso y se puede caminar mejor. Frente a nosotros ya tenemos la ladera final de ascensión al picu Urru, también con profusa vegetación, salpicada de pequeñas zonas de roquedo, y ya podemos distinguir en su cima la caseta que la corona, al tiempo que contemplamos la Sierra de la Manteca que se despliega a su derecha.
94.- Atravesando el collado Muraco. Arriba el picu Urru.



97.- Atravesando el collado Muraco. Arriba el picu Urru.

23.- Desde el collado hay que tomar un precario sendero, pero bien visible, que a través de la vegetación de escobera y piorno nos va elevando poco a poco, con ligera tendencia a la derecha, encaminándose a una especie de pequeña collada o terraza rocosa. Desde aquí solo resta proseguir por el sendero, que girando casi en ángulo recto hacia la izquierda, con un trazado menos claro y visible, nos lleva directamente a la cumbre.
24.- Picu Urru (1.522 m. de altitud), y según la bibliografía y cartografía que se consulte, también se la denomina Orru, Horru y Peña Manteca. Es un promontorio rocoso de escasa, pero no abrupta superficie, coronado por una caseta de comunicaciones de madera y con panel fotovoltaico en el techo; a su lado está situado un mojón geodésico y el buzón de cumbres de acero inoxidable instalado por el Grupo Montañero Moscón de Grado.

109.- El Grupo (Jonatan, Marcelo, Santos y Javi) en la cumbre del picu Urru.

      El Urru es el techo de la Sierra de La Manteca, y se la considera la montaña de más altitud del concejo de Belmonte de Miranda.
      La Sierra de La Manteca es, sin lugar a dudas, la más importante de las que hay en esta zona siendo sus cumbres las de mayor altitud: Urru, La Vallinona, Peña Furada, Alto del Pozo, La Bobia, y las que presentan un aspecto más abrupto y escarpado, aunque en ningún caso llegan a presentar dificultades para su ascenso; y en su vertiente suroriental está acompañada de otra sierra de menores proporciones y de perfil más suave y menos agreste, como es la Sierra de Quintanal, que casi pasa desapercibida para el que la mira desde aquí arriba.
      La Sierra de La Manteca es una montaña prácticamente desnuda y tanto la zona arbolada como la vegetal de praderías y pastizales, están localizadas en la base de sus laderas, constituyendo esas la riqueza de sus habitantes, basada en la ganadería.

102.- En la cumbre del picu Urru. Abajo el collado Muraco, y el picu loma de la Chana.



103.- En la cumbre del picu Urru. En primer término la Sierra de Quintanal y por detrás la Sierra del Conto, por donde discurre el Camín Real de la Mesa.

      Desde la cima la vista es muy amplia y hermosa, pudiéndose apreciar clara y perfectamente al Norte el mar Cantábrico, Gijón, Oviedo y la Sierra del Naranco, la Sierra del Aramo; adivinando hacia el Este los lejanos Picos de Europa, y mucho más cercano el Monegro; hacia el Sur se pueden contemplar las cumbres somedanas del Cornón, Mocoso, Salgada, Peña Chana; y hacia el Oeste Tineo, y casi a nuestros pies los pequeños y desperdigados pueblos de Abedul, Quintana, Boinas, y un poco más hacia la derecha un pequeño “borrón” en lo que constituye un incomparable marco paisajístico: los innumerables molinos para generar energía eólica que están plantados a lo largo de toda la crestería de la Sierra de Begega, y las excavaciones y desmontes de una explotación aurífera.

99.- En la cumbre del picu Urru. A la derecha los molinos eólicos de la Sierra de Begega y en el centro, las explotaciones mineras de oro.

       En un plano más corto y cercano, podemos contemplar y escudriñar hacia el NE. y el SO. la prolongación de la Sierra, destacando por un lado el pico La Vallinona, Peña Furada y el pico Alto del Pozo; y por el lado opuesto los Calastros del Pousadoiro, y el collado y pico La Bobia.

100.- En la cumbre del picu Urru. Panorámica de la prolongación de la Sierra de La Manteca: picu La Vallinona, peña Furada, picu Alto del Pozo, ...


101.- En la cumbre del picu Urru.


       Resguardados al abrigo de la caseta para protegernos del fuerte y frío viento que soplaba con insistencia, aprovechamos para comer el bocadillo al tiempo que disfrutábamos de esas excepcionales vista panorámicas.
Tramo IV: del picu Urru a Villar de Zuepos

25.- El itinerario de retorno nos lleva nuevamente a situarnos en el collado Muraco, donde al objeto de no bajar por el mismo sitio de la subida, improvisamos sobre la marcha un nuevo camino que discurre por la Vallina Rechallu.
115.- Descendiendo por la Vallina Rechallu. Arriba la Sierra de La Manteca.

      Los innumerables afloramientos acuíferos existentes en el Collado Muraco, así como en sus inmediaciones y en las proximidades de la ladera de la Sierra, van progresivamente encauzando sus aguas hacia el centro de la “vallina”, dando lugar a un pequeño arroyo de no desdeñable importancia, que discurre ladera abajo en gran parte de su trayecto por una encajonada brecha de tupida vegetación, impidiendo apenas distinguirlo.
       La bajada la realizamos por la margen izquierda del cauce del regato, con suaves desniveles, pero teniendo que sortear alguna que otra mata de piornal; encaminándonos a las praderías situadas en torno a una solitaria cabaña, donde el curso de las aguas del arroyo van trazando una amplia curva hacia la izquierda para proseguir paralelas a la Sierra de Quintanal.

26.- Donde la cabaña, tomamos un ancho camino, que tras una ligera y muy corta subida nos lleva al Colláu La Espina, desde donde contemplamos bajo nosotros las extensas Praderas de Borniz, salpicadas de alguna que otra cabaña de piedra y de múltiples murias de piedra que cercan los prados de siega.
119.- Pasando por el Colláu La Espina. Al fondo la Sierra de La Manteca.

27.- Atravesamos por entre los pastizales de las praderías a tomar un camino que, entre los muros de piedra de los prados y pasando por delante de alguna cabaña, nos comienza a meter valle abajo, desviándose gradualmente hacia la derecha.
122.- Bajando a atravesar las Praderas de Borniz.


124.- Atravesando por entre las cabañas de las Praderas de Borniz.


28.- Vamos dejando atrás estos pastizales de altura, y pasando por delante de las cabañas y fuente con abrevadero de Cochada Fondera, el camino nos va encauzando hacia una especie de embudo que constituye la entrada a la cabecera del Valle del reguero Abedul.
       Ante nosotros se extiende este abierto valle, pudiendo contemplar en su margen derecha el pueblo de S. Esteban, y distinguiendo hacia el horizonte la puntiaguda figura del pico Monegro.
126.- Pasando por la Cochada Fondera.



127.- Saliendo al valle del reguero Abedul, y tomando el camino empedrado. Al fondo, el pueblo de S. Esteban; y en el horizonte el picu Monegro.

       Hacia su parte derecha parten sendos caminos que se dirigen hacia el pueblo de San Esteban uno, y hacia el collado del Alto Buscativu el otro. Aquí tomamos otro de esos antiguos empedrados caminos de herradura.

29.- El camino, en un prolongado descenso, va descendiendo por la ladera de la margen izquierda del valle.
129.- Bajando por el camino empedrado del valle del reguero Abedul.



131.- Bajando por el valle del reguero Abedul: panorámica del pueblo de S. Esteban.


       Durante la bajada podemos ver a los miembros de una cuadrilla de cazadores, ocupando sus puestos y dispersos a ambos lados del valle, a la espera de que la jauría de perros logre levantar a los jabalís “encamados” en lo más intrincado del fondo del valle.
30.- El camino nos lleva directamente a la zona alta de Villar de Zuepos, otro pueblo ya prácticamente despoblado y casi fantasma, que atravesamos en bajada por una desvencijada caleya, al tiempo que comprobamos el estado de abandono, y en muchos casos de ruina, en el que se encuentran sus casas, y por la que alcanzamos la carretera.

134.- Atravesando el pueblo de Villar de Zuepos. 

Tramo V: de Villar de Zuepos a Puente Raneiro

31.- Tras cruzar la carretera nos adentramos hacia un ancho camino que traza una pronunciada curva a la izquierda, dirigiéndose pocos metros más allá a una solitaria y abandonada casería, donde finaliza.
140.- Saliendo de Villar de Zuepos: valle del reguero La Chana, confluyendo al fondo con el valle del río La Muriá.

       A la izquierda y por detrás de la casa, cogemos un difuminado sendero que comienza a adentrarse hacia el valle del reguero La Chana, alcanzando poco más allá el cauce del arroyo que cruzamos al otro lado sin dificultad alguna, y donde podemos ver las ruinas de otro antiguo molino.

141.- Atravesando las últimas casas de la parte baja de Villar de Zuepos.

      Este es otro de los antiguos caminos de herradura que comunicaban el fondo del valle del río Pigüeña con las aldeas de montaña.

32.- El camino prosigue su marcha sin apenas desnivel dejando a la derecha el arroyo del que poco a poco nos vamos alejando, el cual continúa por el fondo del intrincado valle.
33.- Con un trazado muy claro, visible y practicable, el sendero se encamina hacia El Escobiu, un pequeño promontorio a modo de terraza donde hay una solitaria cabaña, y desde donde podremos contemplar por última vez los pueblos de S. Esteban y de Villar de Zuepos.

147.- Bajando por el valle del reguero La Chana: cabaña en El Escobín; al fondo S. Esteban.

       Un leve giro de marcha hacia la izquierda nos introduce hacia la cuenca del valle contiguo.
34.- Comenzamos una bajada más pronunciada, comprobando como el ancestral camino va despareciendo escondido e invadido por la maleza y la vegetación, propiciado por la despoblación y el total abandono de las tradicionales labores agrícolas y ganaderas, que ha provocado una completa falta de utilización de este camino. Nos vemos obligados en algunos tramos a abandonar el trazado original, saltando a los prados y zonas colindantes, algo más transitables, para volver a retomarlo posteriormente según nos vamos adentrando a la zona boscosa, enlazando finalmente en lo más profundo del valle con el camino que discurre junto al cauce del río La Muriá, y por donde ya habíamos pasado por la mañana.

* Gráfico de cotas de altitud, distancias, horario y tiempos:
* Video de la ruta:
* El track para G.P.S. en Wikiloc: