13 mar 2010

El camino del Peñasco (Salamanca)

Fecha: 1 de septiembre de 2.009
Itinerario: Cruce del Casarito – La mesa del Tío Julián - arroyo del Casarito – las figuras de Tomé – los castaños centenarios – cruce del Casarito.
Distancia: 2,9 km.
Tiempo empleado (incluidas las paradas): 2 horas y 8 minutos.
Desnivel: El desnivel es prácticamente inapreciable, no llegando a superar en ningún caso más allá de los 30 metros.

1.- Iniciamos este pequeño paseo veraniego en el Casarito, cruce de carreteras situado a tan solo unos 4 km. de La Alberca, y donde desde hace ya bastantes años están ubicados varios restaurantes cuya especialidad es la carne a la brasa. Esto es lo que se pudiera considerar la frontera entre la campiña “charra” y la puerta de entrada a las estribaciones montañosas de las Sierras de Francia y La Alberca, al pie justamente de la imponente mole rocosa de la Peña de Francia.
       Tras dejar el coche aparcado en las inmediaciones de cualquiera de los restaurantes de la zona, comenzamos la ruta en la margen derecha del inicio de la carretera que va hacia San Martín del Castañar, donde veremos un rótulo indicador.
1.- El Casarito. Panel indicador de la ruta.

3.- Tomando el sendero al inicio de la ruta.

2.- Sin desnivel alguno, el camino inicialmente va serpenteando por un gran claro rodeado de robles y pinos, desde donde se puede contemplar la majestuosa Peña de Francia. Las continuas marcas senderistas nos van indicando constantemente el camino a seguir.

4.- El grupo de muchachos al inicio de la ruta.

7.- Los “peques”, posando para la foto.

11.- La Peña de Francia parece querer deslumbrarnos.

22.- Atravesando el bosquete.

26.- Las “peques” no dejan de posar ni un momento.

3.- Poco a poco comenzamos a adentrarnos en el pinar, llegando a un claro donde encontraremos “la Mesa del Tío Julián”, una especie de dolmen megalítico, que como el propio nombre indica tiene forma de mesa. El folleto informativo de la Junta de Castilla y León dice que tiene un importante valor arqueológico, si bien desconocemos en donde radica ese valor, pues no hemos encontrando referencia alguna sobre el mismo.
        Los chavales deciden probar la resistencia de la misma poniéndose todos encima de ella. Esperemos que no se rompa, no vaya a ser que luego nos la hagan pagar.

35.- El grupo de muchachos probando la resistencia de la Mesa del tío Julián.
 39.- La Mesa del tío Julián.

Hay que fijarse en una de las piedras sobre las que apoya la tabla de la mesa, ¿a que se parece?
41.- A que se parece esta piedra de la Mesa del tío Julián.

4.- Proseguimos atravesando el pinar que, aunque nos protege del sol, aporta el molesto inconveniente de los “moscos”, esta especie de mosquitos que no pican, pero que formando pequeñas hordas se te arremolinan alrededor de la cara, queriendo meterse por los ojos y haciendo casi insoportable su presencia.

43.- Prosiguiendo el camino a través del bosquete.

          Los hay que aprovechan la soledad de algún tramo del camino para sumirse en lo más profundo de sus propios pensamientos, mostrando una concentración total y absoluta. ¿Será meditación trascendental, o que estamos empezando a pensar en lo que nos espera cuando se terminen estos cuatro días de vacaciones que nos quedan?.

51.- ¿Enfrascado en sus propios pensamientos o concentrado en el camino para no tropezar?

5.- Una suave bajadita nos conduce hacia la carretera SA-201, que hemos de atravesar para proseguir el camino al otro lado, por donde también está perfectamente señalizado.

6.- Nada más atravesar la carretera cruzamos por un puente de hormigón lo que debería ser el arroyo del Casarito, pues prácticamente baja seco, máxime en esta época del año y sobre todo teniendo en cuenta que parece ser este año el invierno por esta zona ha sido bastante seco.

53.- Sobre el puente de piedra del arroyo Casarito. ¿Aguantará tanto peso?

        Tras cruzar el arroyo salimos a otro pequeño claro, donde volvemos a contemplar en todo su esplendor la majestuosa mole rocosa de la Peña de Francia, con la que las chicas pretenden rivalizar en belleza posando ante la misma.

56.- Los chavales tratando de eclipsar la belleza de la Peña de Francia.

7.- A continuación el camino nos lleva a través de un pequeño bosquete de robles, tapizado por una densa capa de helechos que parecen dar la impresión de querer engullirnos.

60.- ¿Se habrá perdido? ¿Dónde está el camino?

62.- Atravesando otro bosquete de robles y helechos.

8.- Para salir a otro claro donde nos encontramos unos peñascales, siendo éste el lugar de ubicación de las figuras de Tomé: una serie de caras humanas, de figuras de animales, y otras de carácter un tanto antropomórfico, que están esculpidas en los salientes y recovecos de estas enormes piedras.
      Los chavales se entretienen buscando las figuras y sacándoles un parecido con algo o con alguien. Tras la búsqueda y la investigación, toca dar cuenta de la merecida merienda.
      Pese a haber realizado alguna rápida búsqueda y consulta en Internet, y también en los folletos turísticos y material bibliográfico existente sobre la zona, no logré averiguar nada sobre el origen y la historia de estas figuras; aunque está claro que tienen un origen humano. ¿Quizás algún antiguo escultor local que en sus paseos por el campo hasta este lugar se entretenía esculpiendo estas figuras?. De cualquiera de las maneras, las figuras de por sí son llamativas, bonitas y bien merecen la pena darse este paseo para conocerlas.  

67.- Las figuras de Tomé.

73.- Las figuras de Tomé.

77.- Las figuras de Tomé.

79.-,La fotógrafa fotografiada.

81.- Las figuras de Tomé.

84.- Las figuras de Tomé.

86.- Las figuras de Tomé.

90.- Los chavales en los peñascales de las figuras de Tomé.

93.- Ángeles y María, en las figuras de Tomé.

94.- Hora de la merienda.

96.- Las figuras de Tomé.

9.- Proseguimos la marcha por el camino, y unos 300 metros más allá entroncamos con otro camino más nuevo y mejor acondicionado.

99.- Reanudamos el camino, tras comprobar la “caradura” de estas figuras.

     De este lugar parten otros caminos que se dirigen hacia la ladera de la Peña de Francia, para afrontar su ascenso por las ancestrales y viejas veredas.
     Un panel informativo nos explica la presencia y características de unos longevos y centenarios castaños ubicados unos metros a la izquierda de nuestra marcha. Imponentes ejemplares que casi no somos capaces de rodear su tronco entre todos.

109.- Foto de grupo al pie del castaño centenario..

110.- Otra foto junto al castaño centenario.

10.- Seguimos el camino más nuevo y mejor acondicionado que se encamina directamente hacia la carretera, pero a los pocos metros nos desviamos hacia la izquierda.

11.- Transitamos por un hormigonado camino que discurre bordeando los límites y las instalaciones del Camping Sierra de Francia, que vamos dejando a nuestra derecha, ya prácticamente vacío y sin actividad; como se nota que estamos a 1 de septiembre y la gente ya ha tenido que retornar a sus lugares de origen para empezar a trabajar, contrastando con el bullicio y la actividad de los meses de julio y agosto.
        A nuestra izquierda vamos dejando varios prados en los que también podemos contemplar más hermosos ejemplares de castaños.

113.- Por el sendero de los castaños centenarios.

117.- El grupo de chicas junto a otro vetusto castaño.

118.- Otro centenario castaño.

12.- Por este camino salimos a la entrada del pueblo del Casarito Viejo, enlazando con la carretera que da acceso a las pocas casas que forman este pueblecito.

13.- Atravesamos nuevamente el arroyo Casarito por un sólido puente de piedra, saliendo a la carretera general, por donde llegamos nuevamente hasta el cruce donde tenemos aparcado el coche.

        Para los que no conozcan la zona, recomendarles que no dejen de visitar cualquiera de los  pueblos que hay en los alrededores, destacando principalmente: Miranda del Castañar, Mogarraz, Monforte de la Sierra, San Martín del Castañar, …..; y por supuesto, por su cercanía, La Alberca, donde es también casi obligado acercarse a conocer las instalaciones de la “Casa del Parque Natural”, de interesantes, amenos y didácticos contenidos.

* Gráfico de cotas de altitud, distancias, horario y tiempos:

* Video de la ruta:

* El track para G.P.S., en Wikiloc:

1 mar 2010

Los picos La Loral y Buey Muertu, atravesando abandonadas y perdidas aldeas

Fecha: 6 de febrero de 2.010
Itinerario: Linares – Las Vegas – La Condesa – Santo Adriano del Monte – picu Buey Muertu – Braña el Gatu (La Collada) – Brañas Negras – collado Fancualla – picu La Loral – Cueva Llagar – Alto La Cruz – Linares.
Distancia: 22,8 km.
Tiempo empleado (incluidas las paradas): 7 horas y 40 minutos.
Desnivel: El desnivel máximo en subida es de aproximadamente 791 metros. El desnivel total acumulado en subida es de aproximadamente 1.000 metros.

Mapa general del trazado del itinerario total de la ruta.

Tramo I: De Linares a la aldea de La Condesa.

1.- El inicio de la ruta se sitúa en la pequeña aldea de Linares, perteneciente al concejo de Proaza y con apenas una treintena de habitantes, donde aparcamos el coche en la reducida plaza existente al pie de la pequeña iglesia. Está documentada la existencia en este lugar, hacia el año 1.275 de una “malatería” (una especie de hospital de peregrinos); y también el paso hacia el año 1.792 del insigne Gaspar Melchor de Jovellanos, el cual parece ser que se quejaba amargamente de las condiciones del viaje.
          Iniciamos el camino a pie tomando rumbo Sur por la misma carretera, para unos metros más allá tomar la carretera que se desvía hacia la derecha.
2.- Continuamos por esta maltrecha carretera, que inicialmente discurre con un trazado llano pero que progresivamente va tomando una ligera inclinación descendente, a medida que vamos bordeando las estribaciones de la cabecera del valle donde tiene su nacimiento el río de Sama.
3.- Dejando atrás el pueblo de Linares, de camino hacia la aldea de Las Vegas.
5.- Por la carretera que lleva a Las Vegas.

6.- Panorámica de la aldea de Las Vegas, desde Linares. Al fondo asoma el Buey Muertu.

         En la lejanía podemos divisar la silueta de uno de nuestros objetivos del día, el Buey Muertu, asomando tímidamente por entre las estrechuras de los valles y pequeñas sierras circundantes.
       Un poco aburrido y monótono se hace el caminar por este tramo de carretera de apenas 3 km. de longitud, pero que sin embargo nos sirve para que el organismo se vaya despertando y los músculos empiecen a calentar.

3.-  Esta carreterina finaliza en la diminuta aldea de Las Vegas, con apenas una decena de casas, algunas de ellas muy bien arreglada y preparada, desde donde podemos contemplar en un plano un poco más elevado el lugar desde donde hemos salido: Linares. Nos da la impresión que esta pequeña aldea debe estar habitada de manera estable, a lo sumo por una familia.
9.- La aldea de Las Vegas.

      Nos metemos por entre las casas de la zona alta para tomar un camino que parte hacia la izquierda.

4.- Este camino-caleya, inicialmente empedrado y de ancho trazado, discurre bordeado por murias de piedra y “sebes” (cierres naturales de zarzas y maleza) que delimitan las praderías y fincas asentadas bajo la ladera de la Sierra de La Barrera.
         A medida que vamos subiendo, el barro va invadiendo casi por completo el camino, viéndonos obligados a continuar la marcha por los prados de la margen derecha; aunque alguno no se arredra ante el fangal y prosigue la marcha impertérrito caleya arriba.
5.- Este camino culmina en una amplia y despejada collada de abiertos pastizales. A nuestra derecha las estribaciones meridionales de suaves perfiles de la Sierra de La Barrera, coronada por un pequeño pico de 838 metros de cota, que según la cartografía del I.G.N.-Sigpac se denomina El Cuernu, pero que según la cartografía del SITPA (Servicio de Información Territorial del Principado de Asturias) se denomina Buen Muerto (¡no confundir con el Buey Muertu!); ¿será un error, una casualidad?, de cualquiera de las maneras es un poco extraño y paradójico. Y a nuestra izquierda otra pequeña serranía de desconocido nombre, al pie de la cual y en cotas algo más elevadas a las que nos encontramos en este momento, se sitúa la cabecera del arroyo del Barranco de La Cardanosa.
        Frente a nosotros, y mirando en dirección Norte, se abre el valle por donde discurre el arroyo anteriormente mencionado.
6.- Desde la collada, y soslayando un sendero que parte hacia la derecha con dirección a las laderas más occidentales de la Sierra de La Barrera, comenzamos a descender hacia el fondo del valle.
11.- Comenzando a bajar hacia el valle del barranco de La Cardanosa. Al fondo asoma el Buey Muertu.

         Inicialmente tomamos un visible y claro sendero, que progresivamente se va cerrando debido al barro y la vegetación, pese a que las últimas nevadas han “tumbado” gran parte de los “felechales” y la maleza asociada a este tipo de zonas.
7.- Poco a poco nos vamos acercando al cauce del arroyo, que a pesar del crudo invierno que hemos tenido este año con frecuentes nevadas y abundantes lluvias, no parece tener un considerable caudal de agua. Es uno de estos típicos arroyos de montaña cuyo cauce se puede atravesar por prácticamente cualquier sitio.
       El trazado del sendero discurre en todo momento por la margen derecha del arroyo, pero en este tramo nos dio la impresión de que desaparecía o se perdía engullido por el matorral y el monte bajo, y anegado por el barro, por lo que optamos por buscar un camino algo más fácil por el otro lado del arroyo, cruzándolo por entre las piedras. Avanzamos unas decenas de metros y comprobamos que el sendero que habíamos seguido por este lado de la rivera moría al pie de las ruinas de una abandonada cabaña de piedra, por lo que volvimos a cruzar el arroyo para tomar nuevamente el sendero original.
8.- Ahora parece que por esta zona el camino está en mejores condiciones, es algo más ancho y conserva en gran parte el original empedrado de antaño. Su trazado va discurriendo por la ladera fondera de la Sierra del Cantil, y al final de un pequeño tramo casi llano, con muy poca pendiente de bajada, sale hacia la derecha en ascenso un ramal de caleya que conduce a otra diminuta y abandonada aldea, las Casas del Hortigal, compuesta por tan solo cuatro viviendas. Luego el camino afronta otro tramo de acusado descenso, hasta entroncar casi de nuevo con el cauce del arroyo.
9.- Pero casi de inmediato, revuelva su marcha hacia la derecha para ir progresivamente alejándonos y casi perdiendo de vista el arroyo que nos ha acompañado durante la mayor parte del recorrido en bajada por todo el valle. Poco a poco las vistas ante nosotros se van abriendo y a nuestra izquierda comenzamos a divisar la silueta del pico Buey Muertu, en cuya ladera también llegamos a distinguir el asentamiento rural de Santo Adriano del Monte.

20.- Bajando por la ladera de la Sierra del Cantil. En la vertiente opuesta del picu Buey Muertu y el pueblo de Santo Adriano del Monte

21.- Bajando por la ladera de la Sierra del Cantil. Y llegando a las primeras casas de la aldea de La Condesa.

23.- Desde las primeras casas de la aldea de La Condesa. Panorámica de los picos La Loral, Buey Muertu, y el pueblo de Santo Adriano del Monte.

10.- De esta forma, el camino nos lleva a alcanzar directamente las caserías de la zona alta de la aldea de La Condesa, también abandonada en la actualidad, y cuyas edificaciones se encuentran diseminadas a media ladera de la Sierra del Cantil y orientadas al Suroeste.
       Vamos atravesando por entre las abandonadas caserías, contemplando la solidez de la robusta construcción de estas vetustas edificaciones, que poco a poco y con el paso del tiempo van siendo engullidas por la vegetación, así como algún que otro hórreo y panera aún en buen estado de conservación, que ponen de manifiesto los consolidados que antiguamente llegaron a estar estas pequeñas aldeas en el medio rural, pese a la carencia de carreteras y otros tipos de infraestructuras de las que hoy en día ya pueden disfrutar en otras zonas, y que fueron una de las causas del éxodo rural.
          Aún podemos ver en el interior de las viviendas los restos del modesto mobiliario de sus antiguos moradores: mesas, sillas, armarios, y en algunas ventanas aún permanecen colgadas las cortinas.
28.- Casería abandonada de la aldea de La Condesa.

36.- Contemplando otra casería de la abandonada aldea de La Condesa.

       Nos detenemos unos minutos al pie de estas abandonadas y perdidas caserías para contemplar al otro lado del valle los dos principales objetivos de la ruta: los picos Buey Muertu y La Loral, así como las casas del pueblo de Santo Adriano del Monte, asentado en la ladera del primero de ellos.
40.- En los prados circundantes de la aldea de La Condesa. Al fondo los picos La Loral, Buey Muertu y Santo Adriano del Monte.

Tramo II: de La Condesa al picu Buey Muertu.

11.- Tomamos otro casi abandonado camino, que ladera abajo y atravesando los verdes prados,nos lleva a enlazar con una ancha pista de tierra, que debía ser la antigua y prácticamente única vía de comunicación que procedente de los pueblos de Vallongo y Vaselgas llevaba hasta Santo Adriano del Monte y al resto de estas pequeñas y diseminadas aldeas que se distribuían a lo largo del valle del río Las Varas.
42.- Casería de la abandonada aldea de La Condesa. Por detrás la Sierra del Cantil.

12.- Enfilamos el camino por esta ancha pista, que a tramos encontramos bastante embarrada, llevando permanentemente a nuestra derecha y casi al mismo nivel el río Las Varas, que en esta época invernal baja con bastante cantidad de agua. En la otra orilla del río podemos contemplar los restos de algún que otro molino de agua, totalmente en ruinas e invadido por la vegetación.
13.- Por aquí el camino es prácticamente llano y sin apenas desnivel, hasta que llegamos al lugar donde la pista traza una pronunciada curva a la derecha atravesando el encauzado río. Unos metros antes tenemos que cruzar una gran portilla de madera que cierra el paso por el camino.
46.- Camino hacia Santo Adriano del Monte, junto al cauce del río Las Varas.

49.- Marcelo atravesando la portilla de madera en el camino-pista que va hacia Santo Adriano del Monte.

14.- Comenzamos a continuación la subida por la ladera opuesta del valle, y el trazado del camino va dibujando vueltas a derecha e izquierda para afrontar cómodamente el desnivel existente, ganando lentamente altura y pudiendo contemplar al otro lado del valle, con otra perspectiva distinta, las desperdigadas caserías de la aldea de La Condesa, por donde anteriormente habíamos pasado.
52.- Omar, Alex y Marcelo subiendo por el camino-pista hacia Santo Adriano del Monte. Al fondo la aldea de La Condesa.

15.- De esta manera nos vamos acercando al pueblo de Santo Adriano del Monte, al que entramos por la parte baja del mismo.
54.- Llegando al pueblo de Santo Adriano del Monte.

          Hasta aquí ya solo se acercan, de forma esporádica, montañeros, senderistas, y si acaso algún que otro descendiente de los antiguos vecinos, con la intención de rememorar las vivencias relatadas por sus ancestros.
          Santo Adriano del Monte es un pueblo perteneciente al concejo de Grado y que llegó a tener la consideración de entidad parroquial. Sin embargo, hoy en día es un pueblo y una parroquia fantasma, completamente deshabitado desde hace ya más de una década. Pese a su aspecto escarpado, en plena ladera del pico Buey Muertu, fue un viejo núcleo de más de veinte casas, que llegó a tener, en su momento de más esplendor, escuela propia, iglesia e incluso un bar, Casa Sandalio.
59.- Casas del pueblo abandonado de Santo Adriano del Monte.

64.- Pueblo de Santo Adriano del Monte.

Araceli, del pueblo vecino de Vallongo, aún recuerda ver pasar frente a su casa a «Josefa la del bar» camino de Santo Adriano, con la mercancía para su negocio a cuestas. «Subía a caballo con pellejos cargados de vino». Todos iban a caballo. Hasta hace veinte años, era la única forma de aproximarse a la zona más cercana de asfalto e incluso a veces cabalgaban directamente hasta Grado para acudir al mercado. «Madrugaban mucho. Los miércoles, a las seis de la mañana, ya los oías hablando, siempre a voces», ríe Araceli. No era un paseo fácil. En épocas de lluvia el camino se hacía puro fango «y el barro llegaba hasta la barriga de las vacas».
          En otoño era habitual ver a los vecinos de Santo Adriano del Monte pasar «durante casi quince días seguidos acarreando sacos de avellana» hasta Bayo, donde ya los recogía un camión rumbo a la capital del concejo. La parroquia también tenía su fiesta, en verano, a la que se acercaban decenas de vecinos de Yernes, Tameza, Sograndio, Proaza, La Condesa. No importaban, en algunos casos, las casi cuatro horas de camino. El lugar era aún entonces un núcleo vivo.
          Pero su aislamiento lo empezó a matar poco a poco. La escuela cerró y los jóvenes se iban marchando en busca de trabajo a Grado, a Oviedo, a Gijón. «Mucha gente de veinte años se fue de golpe y, con el tiempo, se fueron llevando también a sus casas a los mayores del pueblo», explica Cándido González, hijo de Jesús 'el del Fundil'. Muchas casas se dejaron a medio construir e incluso el nuevo lavadero quedó inconcluso”.     (Fuente: el Comerciodigital.com, de fecha 26 de agosto de 2.007.)

        Según apunta el profesor Ruiz de la Peña, es uno de los pocos núcleos de población asturianos del que aún se puede fijar con exactitud sus hitos vitales extremos, es decir, su nacimiento y su muerte. El actual Santo Adriano del Monte, antes denominado Santo Adriano de Vaselgas, fue aforado a perpetuidad el 1 de marzo de 1.238, a tres ciudadanos de la capital, Pedro Tomás, Iohan Pedriz y Domingo Pérez, por el Obispo de Oviedo de aquélla época, Don Juan, y con otorgamiento de los canónigos de Tuñón: «Este lugar vos do porque era tornado monte devisso, que lo arropades e que pobledes e llantedes e hedifiquedes e que lo ayades por jur de heredat por todos los tiempos del mundo, tan bien vos commo tod vuestra progenia que de vos desçendier, por tal pleito: que quantos y moraren seanvasallos del Obispo de Oviedo e dian cada anno al monesterio de Tunnon en día de Santo Adriano veinte sueldos de la moneda de León, e quando el obispo for una vegada en el anno en estge llugar e en Tunnon entre quarto ombres casados dianle una quarta de reguefas e otra de huerdo por la quarta de Oviedo; e por estos veynte sueldos que entre todos devedes dar e por este manjar seadesquitos e libres de toda otra facendera e otra demanda {…….} E sy venier a tiempo que eglesia se venga en este llugar sea de Tunnon».
        Junto a la fuente-abrevadero, en el centro del pueblo, hacemos una pequeña parada para reponer energías y tomar un pequeño descanso, mientras contemplamos a nuestro alrededor el completo abandono y deterioro que sufren la mayoría de las casas.
63.- Haciendo una parada en Santo Adriano del Monte.

16.- Abandonamos el pueblo por la caleya que serpentea entre las casas y que nos lleva hacia la parte alta, por donde salimos a una campera bastante grande y llana, de verdes pastizales y que en su tiempo debió ser el “prau la fiesta”, que deducimos por los restos que aún perduran de una especie de tenderete o barra de bar desmontables.Arriba en todo lo alto divisamos la cumbre del Buey Muertu.

65.- “El prau la fiesta” en la parte alta de Santo Adriano del Monte. Arriba en lo alto la cumbre del Buey Muertu.

17.-  Hacia la izquierda continúa un camino que faldeando la ladera del pico lleva hacia las brañas de Castañeo, en la cabecera del río Las Varas. Nosotros sin embargo, arremetemos directamente ladera arriba, sorteando las pequeñas y desperdigadas matas de cotoyas que nos vamos encontrando; el felechu, y la vegetación herbácea asociada al mismo no son problema, pues se encuentra tumbado por efecto del frío y la nieve caída a lo largo del invierno.
         Lentamente nos vamos desviando un poco hacia la derecha, para ir arrimándonos hacia la zona donde se encuentran los prados y las cabañas de Las Folgueras, por donde pasamos de refilón sin llegar hasta las mismas.
67.- Subiendo por la ladera del Buey Muertu hacia la cumbre. Al fondo la Sierra del Cantil y la aldea de La Condesa.

69.- Caballos en la ladera de subida al Buey Muertu.

71.- Subiendo por la ladera hacia la cumbre del Buey Muertu: cabañas de Las Folgueras.

        La casi total inactividad física en las últimas tres semanas por la fuerte gripe, que me dejó como un “guiñapo”, y de la que aún no me encuentro plenamente recuperado, van pasando claramente factura, y los apenas 400 metros de desnivel existente entre Santo Adriano del Monte y el Buey Muertu se me empiezan a atragantar, por lo que la subida se me hace lenta y tengo que hacer alguna que otra leve parada para recuperar.
         El tramo final de la subida lo hacemos cogiendo la suave crestería que discurre por la ladera oriental, siguiendo los restos de una rectilínea alambrada de delimitación de pastos.
18.- Alcanzamos así la cumbre del picu Buey Muertu (1.022 m. de altitud), de suave y alomada superficie recubierta de verde pradería, donde a ras de suelo encontramos el cilíndrico y metálico buzón de cumbres, que tiene adosado una placa metálica en la que se puede leer la siguiente inscripción: “G. M. Peñas, 2.009. Picu Buey Muertu. Alt. 1.026 m.”.
         Debido al fuerte viento que hacía en la cumbre, y a las rachas de aire frío, apenas nos detuvimos más allá de cinco minutos, por lo que ni tan siquiera llegamos a dejar nuestra tarjeta de cumbres. Tan solo el tiempo imprescindible para sacar las fotos de rigor y echar unos vistazos alrededor para contemplar todo el impresionante paisaje, que nos muestra gran parte de las tierras de los concejos de Grado y Proaza. También hacia la lejanía alcanzamos a distinguir otros paisajes conocidos, como la Sierra del Aramo y la Sierra del Paisaje Protegido del pico Caldoveiro, que sirve como marco para encuadrar nuestro próximo objetivo, el pico La Loral, moteado en su cara Norte por algún que otro resto de nieve.
74.- En el picu Buey Muertu. Al fondo la Sierra del Aramo.

76.- En el picu Buey Muertu. Al fondo el picu La Loral y la Sierra del Paisaje Protegido del pico Caldoveiro.

77.- Foto de grupo en la cumbre del picu Buey Muertu (de derecha a izquierda: Jonatan, Omar, Marcelo, Alex y Santos).

78.- Abandonando la cumbre del Buey Muertu. Al fondo el picu La Loral.    

Tramo III: del picu Buey Muertu al picu La Loral

19.-  Nuestra intención original era haber continuado la marcha por todo lo alto de la crestería, pasando por la contigua loma de la peña El Gatu y salir a La Collada, pero debido a que en la ladera norte del pico se estaba desarrollando una cacería de jabalí, por motivos de seguridad tuvimos que desviarnos ligeramente e ir bordeando la crestería por la ladera contraria.

20.- Bordeamos también la ladera meridional del pico El Gatu, dejando abajo del todo a nuestra izquierda el cauce del río Las Varas, por donde pretendía el guarda que hubiéramos continuado la marcha, y la cabecera del valle donde se asientan las Brañas de Castañeo.
21.- Enlazando finalmente con un sendero que nos lleva a un pequeño altiplano, donde hay una fuente-abrevadero así como un enorme depósito de agua, descubierto y de forma cuadrada. Según un cartel adosado al mismo, me parece recordar que el lugar se llama la Braña El Gatu, y el depósito, que parece haber sido construido bastante recientemente, sirve para la captación de agua por los helicópteros en la lucha contra la extinción de incendios.
82.- Depósito de agua para repostaje de helicópteros en las labores de extinción de incendios, en la Veiga Blanca, al pie de La Collada. Al fondo el picu La Loral y el picu Piurices.

      Mientras tomamos agua en la fuente, contemplamos las praderías de la Veiga Blanca, que se extienden por la cabecera del valle del río Las Varas, lugar de nacimiento del mismo, pudiendo divisar en la ladera opuesta varias pequeñas cascadas que arroyan y vierten sus aguas al cauce principal; presidiendo todo este escenario se eleva la cónica figura del picu La Loral, divisando también el contiguo picu Piurices.

22.- Unos metros más hacia arriba alcanzamos La Collada, hasta donde llega una pista de tierra procedente de Yernes, apta para vehículos todo terreno, aunque su buen estado también permite el tránsito de turismos.

23.- Tomamos esta ancha y cómoda pista, y a los pocos metros pasamos por delante del Aula de la Naturaleza de la Fundación Vital para la divulgación y uso de las energías renovables, y el Arboreto “Ricardo Acebal del Cueto”, que expone una amplia colección de árboles vivos, ofreciendo la posibilidad de observar, comparar y aprender a reconocer un amplio número de especies.
24.- Y poco más allá pasamos junto a las cabañas de Tras La Corona, también conocidas como Brañas Negras, de llamativa arquitectura por el tono marrón oscuro de las piedras que componen su construcción.
86.- Atravesando las cabañas de Tras La Corona o Brañas Negras.

25.- Proseguimos el camino por la pista, que tras una pequeña subida nos lleva hasta otra fuente-abrevadero ubicada al pie del Collado Fancualla.

87.- Por la pista hacia la collada Fancualla. Por detrás las cabañas de Tras La Corona o Brañas Negras, y la loma del picu El Gatu.

88.- Subiendo por la pista hacia la collada Fancualla.

26.- En lugar de continuar por la pista, seguimos ladera arriba para salir al Collado Fancualla, donde enlazamos nuevamente con la pista. Es éste un bonito lugar donde hay una pequeña laguna cercada, para uso ganadero, y un cercado metálico para cargar el ganado, y desde donde podemos dar vista a gran parte de las tierras de Grado, Yernes y Tameza, contemplando en casi su totalidad las Sierras de Tameza.

90.- Subiendo por la ladera hacia el picu La Loral; abajo vamos dejando la collada Fancualla.

27.- Desde el collado tomamos el borde de la ladera, por donde sin demasiado esfuerzo y por entre vegetación de tojos, ascendemos hacia la cumbre del pico La Loral, mientras hacemos más llevadera la subida contemplando a la derecha el valle que desciende hacia el pueblo de Yernes, y por donde discurre el trazado de la pista que lleva hasta el collado Fancualla, así como la Sierra del Paisaje Protegido del pico Caldoveiro; y a nuestra izquierda el valle por donde discurre el río Las Varas, y los parajes por donde anteriormente hemos pasado: Buey Muertu, La Collada, Brañas Negras, .....
92.- Subiendo por la ladera hacia el picu La Loral.

91.- Subiendo por la ladera hacia el picu La Loral. En el fondo del valle el pueblo de Yernes.

28.- Alcanzamos la cumbre del picu La Loral (1.248 metros), dominada por una amplia y redondeada superficie, y coronada en el centro por un pequeño roquedal al pie del cual esta situado el buzón de cumbres, insertado en el cilindro superior del mástil de una cruz de acero inoxidable, que tiene adosada una placa metálica en al que está grabada la siguiente inscripción: “Picu Loral, 1.247 mts. Grupo Montaña Ensidesa-Gijón, 1.982” .
93.- Buzón de cumbres del picu La Loral. Por detrás el picu Buey Muertu.

     Junto al roquedal hallamos los restos de un mojón geodésico, que parece ser fue abatido por un rayo allá por el año 1.994. Desde aquí se domina un paisaje de excepción sobre la Sierra del Aramo, Las Ubiñas, la Sierra de Caranga, las Sierras de Maurín y La Granda, el cordal de Porcabezas, Peña Manteca y la Sierra de Begega (por delante de la plana Sierra de Tineo); así como también la villa de Grado y la ciudad de Oviedo.
        Al igual que el Buey Muertu, aquí tampoco llegamos a dejar nuestra tarjeta de cumbres, pues la parada realizada fue muy breve, debido al intenso aire frío que calaba hasta los huesos, apenas siete minutos, tiempo suficiente para hacer las estrictas fotos de rigor y echar un rápido vistazo haciendo un giro de 360 º, para contemplar los paisajes y panorámicas anteriormente descritos.
94.- En el picu La Loral. Panorámica de la Sierra del Paisaje Protegido del pico Caldoveiro.

97.- Foto de grupo en la cumbre del picu La Loral (de derecha a izquierda: Alex, Jonatan, Omar, Marcelo y Santos).

Tramo IV: del picu La Loral a Linares

29.- Por la ladera contraria a la de subida, es decir la meridional, vamos dejando atrás el picu La Loral, descendiendo por una zona de matojos bastante despejada y libre de vegetación, y salpicada de pequeños parches de blanca nieve que resisten desde la última nevada caída. A nuestra derecha, y un poco alejada de nuestra trayectoria de marcha, dejamos de lado la fuente Llaneces.
100.- Bajando la ladera del picu La Loral, hacia Cueva Llagar.

30.- El final de la bajada nos sitúa en la esplendorosa campera de Cueva Llagar, situada dentro de un área que forma parte del Paisaje Protegido del picu Caldoveiro, con mullidas praderías y de pasto y pequeñas charcas situadas en lo fondero de las hondonadas, por donde bien entrada la primavera comienza a pastar una abundante cabaña ganadera.
       En mitad de la pradería nos encontramos con una singular construcción, un “chozo” o “corro” de piedra, con planta cuadrada que puede servir de refugio ocasional. Al abrigo de sus paredes, que nos ofrecen algo de protección contra el frío y el viento, aprovechamos para descansar un rato y comer el bocadillo, acompañado de un reconfortante café calentito.
104.- “Chozo” de las camperas de Cueva Llagar. Al fondo la entrada a la cueva.

31.- Unos metros más abajo se halla la cueva o caverna de Cueva Llagar, de aproximadamente 150 m. de profundidad, 40 m. de ancho y unos 20 m. de dintel de entrada, utilizada en verano por el ganado para “mosquear”, buscando la fresca brisa que emana de su interior. Hacia la misma arroyan y confluyen las aguas de lluvia y de las fuentes ubicadas en la ladera de La Loral, que se pierden y precipitan al fondo de una profunda sima que hay en la parte izquierda de la cueva.
108.- Entrada a la cueva de Cueva Llagar.


32.- Desde la misma entrada a la cueva subimos por la margen derecha ladera arriba, hasta alcanzar el collado situado al pie del pico Piurices, donde hay un panel informativo y un poste indicador de ruta senderista, y donde tomamos hacia la izquierda la ancha pista forestal de tierra que llega hasta aquí.

115.- Subiendo hacia la collada ubicada al pie del pico Piurices. Panorámica de las praderías de Cueva Llagar y el picu La Loral.

33.- Esta cómoda pista de tierra, era antiguamente un ancestral camino de origen romano, que posteriormente se convirtió en paso de peregrinos, denominándosele el “Camín Francés” (muchos caminos que en el siglo XVIII eran frecuentados por extranjeros, eran llamado “franceses”), vía de penetración hacia Asturias que enlazaba en Campo Cueiro con el Camín Real de La Mesa.
         La pista discurre inicialmente por las laderas del propio pico Piurices, y luego por las del contiguo pico Pedregal o Sardón.
117.- Tomando la pista para bajar en dirección a Linares.

34.- El prolongado descenso nos conduce a través de varias brañas que asientan sus cabañas y cuadras de piedra, como la de San Bartolomé (San Bartuelu), por las laderas de la pequeña serranía que desde el pico Piurices se prolonga con dirección Noreste hacia la Peña Candeal.

35.- En el tramo final de la bajada pasamos bajo la ladera de la Loma de Redondela, desde donde comenzamos a avistar el pueblo de Linares.
120.- Bajando por la pista hacia Linares, que vemos al fondo (zoom).

36.- Finalmente enlazamos con la carretera que, desde el fondo del valle del Trubia, da acceso a todos estos pequeños pueblos y aldeas. Por la misma carretera subimos unos pocos metros hasta el Alto de La Cruz, donde hay una amplia explanada para aparcamiento, y una cercana antena repetidora de TV; y otra corta bajada nos deja nuevamente en el pueblo de Linares, lugar de inicio y finalización de la ruta.

* Gráfico de cotas de altitud, distancias, horario y tiempos:

* Video de la ruta:

* El track para G.P.S., en Wikiloc: